El efecto Susanita

Hoy me toca, para gran placer mío, jugar a la mamá con mi sobrino.

Siempre he sido de las niñitas "niñitas"; de esas que tienen mil muñecas, mil ositos de peluches, mil barbies y mil de todo monito nuevo que salga en la tele. Yo fui de esas que jugaban (aceptando hasta las más viles vejaciones) al papá y la mamá, a los conejitos, al bus y todos esos juegos ñoños que otros niños con mayor dignidad no juegan.

Pues bien, ese efecto Susanita no se disminuye con los años, sino que incremente cada vez más... peor aún si tu hermana tiene al hijo más lindo del mundo. Desde que nació, Tobías siempre ha sido lindo. tiene unos ojos gigantes con pestañas largas y llenos de alegría. Se ríe por todo y se entrega a todos sin drama alguno; Juega solito, habla solito, y cuando se aburre, te lo hace saber. Es lejos lo máximo, y como le dije a mi hermana, el Tobi arregla todo lo inarreglable, y estoy segura de que si Bush lo conociera, se acabarían las guerras con Irak (¿no será mucha chochera la mía?).

Con el nacimiento de Tobías me he puesto aún más sensible, más llorona y tal vez hasta más sabia. Es como si yo fuera la mamá de repuesto, el doble ejecutivo del BCI. Y si esto sucede con mi sobrino, quizás qué pase cuando yo tenga un hijo (jorgito). En fin, mientras esto no ocurra, seguiré desviviéndome por este angelito:

Díganme si no es lo más lindo que han visto en sus vidas!!